El “orgullo LGBT+”

¿De verdad encuentran motivo para sentirse orgullosos?

Por L. S. Solimeo y L. A. Chávez

En estos días, los activistas homosexuales del mundo celebran el “mes del orgullo”, incomprensible extensión del previo día del orgullo homosexual. Nos preguntamos: ¿Qué motivo tienen para sentirse orgullosos?

Las manifestaciones del “orgullo LGBT+” pretenden usar el término “orgullo” (“pride”) en un buen sentido, tal como cuando decimos “tengo el orgullo de ser peruano” o “estoy orgulloso de mis hijos”. Sin embargo, una serena reflexión nos dice que practicar actos de lujuria contra natura no puede ser motivo de un sano orgullo.

Si a eso sumamos las chocantes imágenes de las marchas difundidas por noticieros y “redes sociales”, queda claro que, más bien, estamos ante el orgullo en sus acepciones negativas, sinónimo de arrogancia, soberbia, vanagloria, ligado a la jactancia, desfachatez, descaro, desvergüenza y cinismo.

El orgullo y la rebelión contra Dios

El pecado es una transgresión voluntaria de la Ley de Dios. El sentido común y la doctrina de la Iglesia nos enseñan que la lujuria contra la naturaleza constituye un pecado particularmente grave.

En general, cuando el hombre peca por debilidad, se avergüenza y procura enmendarse, se dice que se trata más de un pecado de la carne que del espíritu. Cuando, además de pecar, se enorgullece de hacerlo, se dice que comete un pecado de espíritu, lo que aumenta su gravedad.

Este pecado de orgullo implica una rebelión contra el orden establecido por Dios, y por tanto contra el propio Creador. Según Santo Tomás de Aquino, "es característico del orgullo no querer estar sometido a ningún superior y, especialmente, a Dios" [1].

Es más, según teólogos moralistas como el capuchino Corella, aquel que se jacta de un pecado comete tres: uno por la complacencia voluntaria en el mal, otro por la soberbia y el tercero por el escándalo, es decir por inducir a otros al pecado (Fr. Jaime de CORELLA O.F.M. Cap., Suma de la Theología Moral, Barcelona, Imprenta de Joseph Llopis, 1702, p.115).

Orgullo, el pecado de Lucifer...

La opinión común de los teólogos es que la culpa de Lucifer y de los ángeles malos fue de orgullo. No podía ser de otro modo, ya que, siendo puro espíritu, no podían dejarse llevar por la concupiscencia.

Dos pasajes de la Escritura se pueden aplicar para describir este pecado. El primero es de Isaías (14, 13-14): “Tú decías: Escalaré los cielos y erigiré mi trono por encima de las estrellas ... Subiré sobre las nubes más altas y me volveré igual al Altísimo. Y, sin embargo, he aquí que fuiste precipitado a la morada de los muertos, al más profundo abismo”.

El segundo es del Profeta Jeremías (2, 20): “Hace mucho que rompiste tu yugo, rompiste tus lazos diciendo: No serviré”.

... que los hombres emulan

Durante generaciones, muchas personas (especialmente varones) se han jactado de sus logros pecaminosos con el sexo opuesto cual si fueran hazañas. Ese pavoneo vulgar se está extendiendo, hoy por hoy, a la lujuria antinatural.

Practicar la homosexualidad habitualmente y jactarse en público, proclamándolo por las principales plazas del mundo, es como decirle a Dios: “si tu Ley manda lo contrario, te repelo”. Es repetir el grito de Lucifer: "no serviré".

Odio a todo lo Sagrado y a la Iglesia Católica

Llama la atención en las marchas, además de la lubricidad desbocada de los cuerpos semidesnudos y de las actitudes obscenas, el odio a la Iglesia Católica, fruto del mencionado rechazo a la Ley de Dios.

En efecto, suelen verse carteles y disfraces burlándose de la vida religiosa, del sacerdocio, del Papa, de los santos y hasta de la augusta persona de Nuestro Señor Jesucristo.

Congresistas Huilca y Glave posan con prostituta disfrazada de "santa". En el pecho, como burla al Sagrado Corazón de Jesús, el diseño de un órgano genital femenino.

Destrucción de la noción del bien y del mal

Como escribió el activista Paul Varnell, la meta del movimiento homosexual es "la plena aceptación social", "convencer a la gente de que la homosexualidad es plenamente moral"; "por tanto, lo reconozcamos o no, el movimiento gay no es un movimiento por los derechos civiles, ... sino una revolución moral ..." [2].

En 2011, reportando el Europride en Roma, la agencia ANSA trajo una foto de dos hombres semidesnudos besándose, uno de ellos presentándose como demonio, con cuernos y tridente, y el otro como ángel bueno, con alas blancas. El demonio y el ángel que se abrazan representan bien el anhelo último de la ideología homosexual, que es la negación de la diferencia entre el bien y el mal, lo correcto y lo equivocado.

Se borra la distinción entre bien y mal. Líderes homosexuales de iglesias (no católicas) oran en la marcha del "orgullo" (Lima, 2016).

Borrando del corazón humano esa distinción, ningún acto sería considerado malo. Los deseos humanos, “liberados” de la moral y de la razón, serían la única norma: el bien se confundiría con el placer. Sin embargo, pronto todo límite al desbocamiento de los impulsos sería considerado la única maldad real, el obstáculo a la “felicidad” que deberá ser eliminado.

"Ay de aquellos que al mal llaman bien, y al bien, mal"

Cabe aquí recordar la censura del Profeta Sofonías a aquellos que "se dicen a sí mismos: El Señor no hace bien ni mal" (1, 12). Para ellos es la advertencia del Profeta Isaías: "Ay de aquellos que al mal llaman bien, y al bien, mal, que cambian las tinieblas en luz y la luz en tinieblas" (Is 5, 20).

He ahí adónde conduce el orgullo de la ideología homosexual: transforma la luz en tinieblas y las tinieblas en luz, y quiere imponer esas tinieblas al mundo entero, por medio de la dictadura de las leyes y del terror de la propaganda.

Llamamiento a la enmienda

"El Regreso del Hijo Pródigo", por Rembrandt

No nos mueve a escribir esto el odio a ninguna persona, sino más bien el amor a Dios y su Santa Ley. Todo pecador, por más grave que sea su culpa, debe tener claro que Nuestro Señor Jesucristo desea su salvación. El sacramento de la confesión está abierto para perdonar a toda persona arrepentida y con propósito de enmendarse. La oración y los sacramentos nos ayudan a todos a obtener las fuerzas espirituales para el combate espiritual rumbo a la conquista del Cielo. Roguemos a la Virgen Purísima que les conduzca de regreso al rebaño de Cristo. Es lo que deseamos para todos y cada uno.

No cesaremos la lucha

Mientras ese retorno no se dé, y exista una red internacional prohomosexual articulada para cambiar la moral de la sociedad, seguirá siendo nuestro deber proclamar las excelencias de la Ley Divina y oponernos a la dañina acción de aquella organización.







[1Suma Teológica, I-II, q. 84, a. 2, ad 2.

[2Paul VARNELL, Defending Our Morality, “Chicago Free Press”, 16-8-2000.





Portada del sitio Temas internacionales Revolución cultural



Mensajes

¿Un mensaje, un comentario?

moderación a priori

Este foro es moderado a priori: su contribución sólo aparecerá una vez validada por un/a administrador/a del sitio.

¿Quién es usted?
Su mensaje

Para crear párrafos, deje simplemente líneas vacías.

Cerrar