Setiembre 2022: Plebiscito en Chile

Un resultado claro, aplastante y definitivo

Por Juan Antonio Montes Varas, director de Credo - Chile

El reciente plebiscito constitucional, realizado el pasado 4 de septiembre en Chile, dio una clara lección y un aplastante triunfo a la opción de quienes rechazaban la propuesta de la izquierda radical.

Foto: EFE

La opción era simple: aprobar o rechazar un proyecto constitucional de 388 artículos, redactados por una Convención Constituyente compuesta por una mayoría de extrema izquierda y totalmente ignorante en materia de derecho constitucional.

Antecedentes

El texto que se plebiscitaba era una versión, la más radical posible, de aquello que el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira calificó en su ensayo “Revolución y Contra Revolución” como la IV Revolución. Una mezcla de aniquilamiento del Estado y, al mismo tiempo, un control total de la economía del País por parte de microorganismos autónomos y descentralizados.

Para quienes no leyeron el proyecto de constitución plebiscitado, les será difícil aquilatar la profunda revolución de carácter “refundacional”, “partiendo de cero”, que el texto proponía.

La gran mayoría de sus redactores pertenecía a la extrema izquierda y fue el fruto del movimiento contestatario surgido en lo que se llamó la “revuelta social” o el “despertar de Chile”, que comenzó a partir del 18 de octubre del 2019.

Envalentonados con esa composición de la Convención y con el éxito posterior de la elección del candidato Borić, los redactores de la izquierda radical creyeron tener el terreno propicio para “avanzar sin transar” e imponer una nueva Constitución al gusto de la revolución más extremadamente igualitaria. Su propósito era fijar el rumbo de los próximos decenios hacia el aniquilamiento de cualquier resto de sociedad cristiana y orgánica chilena.

Sin embargo, a lo largo del proceso de redacción que duró poco más de un año, la opinión nacional fue constatando el carácter partisano de la convención, la total falta de preparación de los convencionales para la tarea encomendada, sus exigencias cada vez más descabelladas y finalmente las bochornosas situaciones personales que protagonizaron varios de sus representantes.

El resultado fue que, al mismo tiempo que los convencionales incluían artículos radicales de izquierda, la mayoría del País se iba alejando cada vez más de esos redactores extremistas. No obstante, en su “borrachera” ideológica, estos últimos no percibieron el profundo abismo que cavaban entre ellos y la nación real.

Así, introdujeron el aborto libre sin objeción de conciencia, al mismo tiempo que consagraban los derechos de los animales y del medio ambiente; la plurinacionalidad y la protección de las “cosmovisiones” indígenas; el control de los recursos naturales por parte de los “pueblos originarios”; el fin de las garantías al derecho de propiedad privada; la limitación de la libertad de los padres de educar a sus hijos; los derechos sexuales y de “género”; la limitación del derecho a la práctica de la verdadera religión, la limitación del derecho de abrir colegios particulares; la eliminación del Poder Judicial y del Senado; la estatización de los derechos de agua; la limitación de la explotación minera y agrícola; el fin del estado de excepción para la defensa contra el terrorismo; la reforma de los Carabineros; el indulto a todos los condenados por la justicia por las destrucciones de Octubre del 2019, y un gran etcétera que, a lo largo de 388 artículos, literalmente reducía a escombros todo el aparato político, social y económico construido a lo largo de dos siglos de vida independiente.

En su afán refundacional, nada debía quedar en pie. Casi como una nueva versión de los Khmer Rouges de Camboya, para ellos era necesario reeducar a la sociedad chilena en esta fórmula autogestionaria, donde toda y cualquier desigualdad y la más modesta autoridad deberían ser completamente arrasadas.

El Plebiscito

Concluido el trabajo de la convención constituyente, el Gobierno de Gabriel Borić, a pesar de que por su rol institucional debería estar super pars, no tuvo impedimento en comprometer a todas las fuerzas del Estado en favorecer la opción “Apruebo”. Giras, discursos, distribución de millares de ejemplares del texto, pronunciamientos ministeriales; todo el aparato estatal estuvo durante meses empeñado en favorecer dicha opción e impedir el triunfo del "Rechazo".

Sin embargo, la suerte ya estaba echada. La opinión nacional estaba mayoritariamente en contra de la propuesta y lo hizo sentir, de modo sorprendentemente categórico, el pasado 4 de septiembre.

Foto: EFE

Ni las expectativas más pesimistas del gobierno socialista, ni las más optimistas de los favorables al “Rechazo”, esperaban que este último obtuviera el 62% del electorado, alcanzando la suma de cerca de ocho millones de votantes, con una participación históricamente alta.

Después del resultado, los rostros desfigurados de los representantes del “Apruebo” y de los agitadores del epicentro de las manifestaciones de la protesta social en la Plaza Italia, fueron claros indicios del desconcierto en que ellos se encontraban.

En medio del desastre que este resultado causó a las izquierdas nacionales, hay algunas informaciones que les duelen más particularmente.

Los pobres y los indios dieron el mayor rechazo al proyecto

Una de ellas es que, en las 10 comunas más pobres del país, la opción “Rechazo” obtuvo un porcentaje más alto que en las 10 comunas más pudientes. En esas diez comunas más carentes, el rechazo llegó al 77%. Mientras que, en las 10 comunas con menor pobreza, el rechazo ganó con un 67,89%.

Un segundo aspecto -que causó tormento a los promotores de la plurinacionalidad- fue el alto índice de apoyo al “Rechazo” en las comunas donde existe más alto porcentaje de personas descendientes de mapuches.

La Araucanía (o sea la zona donde vive la mayor parte de la población identificada como mapuche) fue la segunda región de Chile con el mayor porcentaje de votación en favor del “Rechazo”, con un 73,69%. Por su parte, el “Apruebo” sólo obtuvo el 26,31% de los votos en la misma región.

El presidente Boric dirigió un mensaje a la nación luego de conocerse los resultados que tanto le contrariaron.

¿Un resultado definitivo?

En la vida política de las naciones, nada es definitivo. Los caprichos y las tendencias de sus integrantes están permanentemente influenciadas por distintas corrientes y opciones. Sin embargo, a pesar de la fragilidad de las decisiones humanas, no será fácil revertir este resultado.

La participación históricamente alta en el referéndum, la gran diferencia de votos entre ambas opciones, el compromiso gubernamental con la primera, la radicalidad de la propuesta plebiscitada, las expectativas internacionales del socialismo internacional, constituyen un conjunto de circunstancias que no dudamos en considerar históricas.

Para revertir estos resultados la izquierda necesitará tiempo y mucha astucia, pues el electorado está despierto y vigilante. El futuro dirá si conseguirán adormecerlo, con la colaboración infaltable de los “compañeros de ruta” y de los “inocentes útiles”, de la llamada “centro-derecha” y de los ambientes eclesiásticos de izquierda, cada vez menos “inocentes” y más “útiles”.

En su citado ensayo, “Revolución y Contra-Revolución” el Profesor Plinio Corrêa de Oliveira advirtió sobre el papel de “las dos velocidades de la Revolución”. De acuerdo al pensador católico: “Se diría que los movimientos más veloces son inútiles. Sin embargo, no es verdad. La explosión de esos extremismos levanta un estandarte, crea un punto de mira fijo que, por su propio radicalismo, fascina a los moderados, y hacia el cual estos se van encaminando lentamente”.

No será de extrañar, entonces, que también surjan en el panorama nacional, revolucionarios de “marcha lenta”, que propongan un nuevo texto constitucional, menos radical en sus exigencias inmediatas, pero que a la larga conduzca hacia la misma fórmula autogestionaria.

Corresponderá a quienes velan por los intereses de la civilización cristiana en Chile, el deber de denunciar estas nuevas sirenas que ahora piden un consenso “moderadamente” socialista.

Bajo el amparo de la Virgen del Carmen.

Para quienes acompañamos paso a paso este proceso revolucionario que, a partir de octubre del 2019 no ha terminado de subvertir el orden nacional, una cosa ha quedado patente: es el espíritu “conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2, 2), de todos aquellos que la promueven desde la obscuridad y de sus visibles ejecutores.

De ahí que cualquier oposición a este proceso revolucionario debe encontrar su principal apoyo y sustentación en Aquella que sola extermina todas las herejías. “Alégrate, Virgen María, tú que eres la única que has destruido todas las herejías del mundo”, reza el Pequeño Oficio de la Santísima Virgen.

A Ella nos confiamos antes del plebiscito para obtener su auxilio. Después de conocer los resultados, a Ella agradecemos su interferencia. Y a su protección maternal confiamos el porvenir cristiano de esta nación, consagrada a su especial intercesión bajo la advocación del Carmelo.











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