Lo que el fuego perdonó, el arzobispado lo quiere destruir
Carta abierta al arzobispo de París, Mons. Laurent Ulrich
Presentamos a nuestros lectores una traducción de la súplica que la asociación francesa Avenir de la Culture (El Porvenir de la Cultura) dirige al Excmo. Arzobispo de París, con relación a sus planes de reformarla por dentro.
Excelencia,
Le escribo esta carta como presidente de Avenir de la Culture, asociación de laicos católicos que defiende los valores cristianos en la sociedad francesa desde 1986. Represento también a más de 110.000 personas que han firmado la petición adjunta pidiendo a la diócesis de París que renuncie a introducir arte contemporáneo en el interior de la Catedral de Notre Dame.
La tragedia del 15 de abril de 2019
Algunas fechas quedan trágicamente grabadas en la historia de un país. En nuestro caso, el 15 de abril de 2019 es sin duda una de ellas. Ese día ”no hace falta que se lo recuerde” Notre Dame ardió en llamas. Ante los ojos atónitos de los parisinos y de personas de todo el mundo, las llamas devoraron las pluricentenarias vigas de la catedral. La aguja se derrumbó, engullida por un abismo de fuego. Al ver la caída del mástil, ¿quién no temió la pérdida total del barco?
Durante toda la noche, los bomberos, soldados del fuego, libraron una lucha heroica para salvar casi un milenio de historia, acompañados por las oraciones improvisadas de los fieles suplicando a la Reina del Cielo que no abandone la catedral a Ella consagrada. Al amanecer, el sol naciente bañaba con su luz un océano de cenizas. En medio de ellas, las torres de Notre-Dame se alzaban milagrosamente intactas. ¡Notre Dame ultrajada! ¡Notre Dame partida! ¡Notre Dame martirizada! ¡Pero también salvada! Como todos los milagros concedidos por el Cielo, el milagro de Notre Dame de París invita a la conversión.
¿Por qué esta tragedia?
La catedral ha sido testigo de la furia iconoclasta de la Pseudo-Reforma protestante, de la impía vindicta de los Sans-Culottes, del fuego de las ametralladoras prusianas y de las atrocidades de dos guerras mundiales. Ha atravesado erguida las vicisitudes de la historia antes de tropezar en los albores del tercer milenio. ¿Por qué permitió Dios la tragedia del 15 de abril de 2019? ¿Y por qué salvó in extremis su santuario? ¿Es posible no ver en este incendio una alegoría del drama que vive nuestro país?
Antaño capitana de la Cristiandad, hoy titubea, carcomida por la apostasía y el odio a Dios. "Francia, hija primogénita de la Iglesia, ¿eres fiel a las promesas de tu bautismo?", preguntó S. S. Juan Pablo II con ocasión de su primera visita apostólica a Francia, en la primavera de 1980. ¿Cómo renovar las promesas hechas por Clodoveo en la pila bautismal de Reims en la Nochebuena del año 496, sin ser fiel a los siglos de Cristiandad que son su fruto, y a Notre Dame, su flor más bella? La tragedia del 15 de abril de 2019 fue una oportunidad para implorar la misericordia del Cielo, como lo entendieron espontáneamente los fieles que, con el rosario en la mano y las rodillas en tierra, suplicaron a Dios en las orillas ardientes del Sena.
Se anuncia un giro "modernizante"
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Desgraciadamente, en cuanto se extinguieron las brasas, Notre Dame se vio amenazada por un ultraje aún peor que el infligido por las llamas. El Jefe del Estado aludió a darle un "nota contemporánea" a la reconstrucción del techo y la aguja de Viollet-le-Duc, destruidos por el incendio. Inmediatamente, los estudios de arquitectura llamados "de vanguardia" rivalizaron entre sí con propuestas aberrantes, en brutal ruptura con la sacralidad del lugar. El estudio de Dijon de Paul Godart y Pierre Roussel propuso un techo de vidrio destinado al paseo de turistas. El estudio NAB y el arquitecto Nicolas Abdelkader proyectó sustituir el tejado por un jardín botánico para, entre otras cosas, "apoyar la reinserción profesional mediante el aprendizaje de la agricultura urbana, la horticultura y la permacultura".
Mathieu Lehanneur, un diseñador del II distrito de París, sugirió reemplazar la aguja por una horrible llama gigante que, de alguna manera, haría honores al fuego del 15 de abril. Sin embargo, la propuesta más obscena e increíble fue la que defendió en privado la propia colega del presidente Macron, Roselyne Bachelot, si conseguimos creer sus propias palabras. En su libro 682 jours, la exministra de Cultura relata: "Almorzando unos días más tarde con Brigitte Macron, me mostró un proyecto que culminaba en una especie de órgano sexual erecto, rodeado en su base por bolas de oro...".
Así, milagrosamente salvada de las llamas, Notre Dame se vio amenazada con adoptar los rasgos de nuestro tiempo ateo, lúdico, reciclable y hasta pornográfico.
El Jefe del Estado obligado a retroceder
Afortunadamente, los planes de "modernización" de Notre Dame a los que Macron había abierto la puerta suscitaron la desaprobación de los amantes del patrimonio cultural. "No se puede jugar con Notre Dame (...) no se puede hacer un ’gesto arquitectónico contemporáneo’ en un monumento histórico como esta catedral", advirtió Didier Rykner, historiador y director de "La Tribune de l’Art". Reconstruir la aguja de forma idéntica "es la solución más barata, más rápida, es el camino de la sabiduría y de la legalidad", añadió Stéphane Bern, responsable gubernamental del patrimonio cultural.
La opinión pública también se levantó. La Asociación Francesa para la Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP) lanzó una petición internacional dirigida al Jefe del Estado y al Ministro de Cultura para exigir una restauración de Notre Dame a su forma anterior. Apoyada por una decena de asociaciones francesas y extranjeras, entre las que destaca Avenir de la Culture, esta petición reunió más de 110.000 firmas, demostrando, por si fuera necesario, la inmensa irradiación internacional de la catedral. Ante las protestas provenientes de todo lugar contra el "gesto contemporáneo" que había anunciado, Emmanuel Macron se vio obligado a dar marcha atrás. "Tras apasionados debates, el presidente se pone del lado de los defensores del patrimonio y de la opinión pública", señalaba "Le Figaro" el 9 de julio de 2021. Notre Dame parecía entonces salvada de la desfiguración... Desgraciadamente, no se contaba con el oportunismo indecente de aquellos cuya misión es velar por la integridad del santuario.
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¿Notre Dame disfrazada de Disneylandia?
Ya en otoño de 2020, rumores inquietantes empezaron a filtrarse en la prensa. "Le Figaro" dio la voz de alarma contra "el controversial proyecto del obispo Aupetit" de renovación urbanística de la catedral: "Las imágenes (de las reformas), generadas por ordenador, dan la impresión de una pista de aeropuerto, o incluso de un estacionamiento". El proyecto, al que el diario tuvo acceso, sería un tejido de "creaciones disruptivas", que rompería la "armonía secular" de Notre Dame. Las 14 capillas laterales del edificio se renovarían por completo en favor de la puesta en valor de obras de arte: "Antiguos cuadros de los siglos XVI y XVIII dialogarán con objetos de arte contemporáneo".
Un año más tarde, cuando el proyecto debía ser examinado por la Comisión Nacional de Patrimonio y Arquitectura, la prensa británica se hizo eco de nuevas inquietudes. "Es como Disneylandia entrando en Notre Dame", denunció el arquitecto Maurice Culot a "The Telegraph". El especialista añadió: "Lo que se proponen hacer [...] nunca habría ocurrido en la Abadía de Westminster o en San Pedro de Roma. Es una especie de parque temático, muy infantil y trivial, dada la grandeza del lugar". Varios arquitectos que tuvieron acceso al expediente se quejaron al diario británico de innovaciones aberrantes, como un "sendero de descubrimientos" que llevaría a los visitantes de viaje por África y Asia, textos proyectados en las paredes en distintos idiomas, exposiciones de mal gusto y la dedicación de una capilla a la ecología, tema profano que no tiene relación con la catedral. Los confesionarios, altares y esculturas clásicas deberían descartarse. "Esto es ’corrección política’ enloquecida. Quieren convertir Notre Dame en una sala de exposición litúrgica experimental que no existe en ningún otro lugar, cuando debería ser un lugar emblemático en que el menor cambio se trate con la máxima cautela", concluyó un arquitecto citado por el "The Telegraph".
Artistas anticristianos
Otro motivo de preocupación ”y no pequeña” es el recurso, previsto por la diócesis, a artistas cuyas orientaciones y obras son completamente opuestas a las enseñanzas de la Iglesia. Entre ellos figuran: Ernest Pignon-Ernest, Louise Bourgeois y Anselm Kiefer. El primero es el Presidente de Amigos de "l’Humanité", el famoso diario comunista. Compañero de viaje del Partido Comunista Francés desde hace casi 50 años, fue un notorio militante de la legalización del aborto. En 1974, colgó en el espacio público dibujos de mujeres desnudas, víctimas de abortos clandestinos, para animar a los diputados a votar a favor de la despenalizadora Ley Veil. En 2019, con motivo de las elecciones europeas, el artista se jactó de haber votado por la lista de Ian Brossat, ¡un político parisino que pidió la desacralización de la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre! Louise Bourgeois, fallecida en 2010, también fue cercana a los movimientos feministas. Es autora de obras pornográficas, que celebran los órganos genitales masculinos y femeninos. Su última gran instalación, el Memorial de Steilneset, es un homenaje a las brujas. El pintor y escultor alemán Anselm Kiefer es conocido por su fascinación por la Cábala. "El Antiguo Testamento siempre me ha herido el corazón porque expresa la crueldad de Dios", afirma. Excelencia, ¡la mera posibilidad de que la diócesis se plantee trabajar con semejantes personajes es un escándalo! ¿Cómo podrían las obras de artistas impíos coexistir con las de los heraldos de Dios en la Edad Media sin mancillarlas?
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"Lo que el fuego perdonó, el arzobispado lo quiere destruir"
Una vez más, los planes para desnaturalizar Notre Dame provocaron una fuerte reacción de los amantes del patrimonio cultural. El 7 de diciembre de 2021, en las columnas de "Le Figaro", un artículo firmado por más de un centenar de personalidades del mundo académico y artístico ”entre las que se encontraban los filósofos Alain Finkielkraut y Pierre Manent, el historiador Pierre Nora y el cineasta Jean-Charles Fitoussi” denunciaban las remodelaciones previstas en términos inequívocos: "Lo que el fuego salvó, la diócesis lo quiere destruir". ¿Cómo creer, Excelencia, que personalidades tan eminentes utilicen palabras tan terribles sin haberlas sopesado antes? "La diócesis de París desea (...) aprovechar las obras de restauración para transformar el interior de Notre Dame en un proyecto que desvirtúa completamente la decoración y el espacio litúrgico", se leía en dicha declaración. Los firmantes denuncian "la instalación de bancas desmontables, iluminación que cambia según las estaciones, proyecciones de vídeo en las paredes", etc., es decir, los mismos "dispositivos de mediación" de moda (y, por tanto, ya terriblemente anticuados) que se encuentran en todos los proyectos culturales "inmersivos", donde a menudo "lo tonto compite con el kitsch". Suplicaron a la diócesis que diera marcha atrás: "Respetemos la obra de Viollet-le-Duc, respetemos el trabajo de los artistas y artesanos que trabajaron para darnos esta joya, respetemos simplemente los principios patrimoniales de un monumento histórico".
Antes de esto, el académico Jean-Marie Rouart también había condenado, con una vehemencia que no es habitual en el Instituto, "las frivolidades artísticas susceptibles de desvirtuarla, de arruinar nuestros recuerdos, de lesionar para siempre el espíritu y el alma que flotaban en este lugar sagrado". "Notre Dame ha escapado milagrosamente a todo. Quizá no, por desgracia, al prurito reformista de monseñor Aupetit", se lamentaba en las columnas de "Le Figaro".
¿Quiénes son los artistas preseleccionados por la diócesis?
¿Cuál ha sido la respuesta de la diócesis de París a esta lluvia de críticas? Un hábil silencio a la espera de que la tormenta se calme. En cuanto terminaron de caer los relámpagos y las nubes se alejaron, la maquinación continuó, con toda discreción. Según "Le Figaro", "cinco artistas trabajan desde hace dos meses en el nuevo mobiliario litúrgico y deben presentar sus trabajos el 23 de mayo". Entre los artistas "más o menos próximos a la Iglesia" figuran Constance Guisset, "feminista asumida y progresista en cuestiones sociales" y Laurent Grasso "fascinado por el astro solar y sus ramificaciones". Una breve búsqueda en Internet revela que los artistas preseleccionados por el arzobispado son creadores de obras contemporáneas feas, grotescas y extravagantes, muy alejadas de la armonía sagrada y los esplendores del arte cristiano. Todo indica que Notre Dame será devastada, desfigurada y profanada. En las columnas de "Le Figaro", Mons. Olivier Dumas, rector-arcipreste de la catedral, intentó apagar la polémica dando síntomas de cinismo: "No les hacemos preguntas (a los artistas) sobre su vida espiritual o su práctica religiosa".
Queremos creerle. Y ése es el meollo del problema: confiar a hombres sin Dios el cuidado de su casa. "El que pueda entender, que entienda", dice Nuestro Señor en el Evangelio (Mt, 19, 12)...
Una súplica que quedó sin respuesta
Acompañando a las críticas del mundo académico, se levantaron los fieles y, más ampliamente, todos los franceses que se sienten ligados a su patrimonio cultural. Esta vez Avenir de la Culture encabezó la protesta. La asociación que tengo el honor de presidir dirigió una petición al administrador apostólico de la diócesis, Mons. Georges Pontier, rogándole que renuncie a someter su catedral a la escoria del arte contemporáneo. "El Sr. Macron dio marcha atrás renunciando a la afrenta de un ’gesto arquitectónico contemporáneo’ para el exterior de la catedral. Y he aquí que, hoy, la diócesis se apresura a hacerlo", deploran los 108.536 firmantes de la carta.
A pesar de serle enviadas varias cartas informándole de este clamor del corazón de los amantes de Notre Dame, Mons. Pontier les negó la limosna de una respuesta. "El clericalismo es una perversión en la Iglesia", declaró el Papa Francisco en la televisión italiana en febrero de 2022. "Bajo cado tipo de rigidez hay podredumbre", añadió en aquella ocasión. ¿No se aplicarían estas advertencias del Sumo Pontífice a los dirigentes de la arquidiócesis de París? ¿Cómo no calificar, Excelencia, de "clerical" y "rígido" este increíble desprecio de las autoridades diocesanas por decenas de miles de fieles que se dirigen con angustia a su pastor? ¿Las virtudes del diálogo y de la "sinodalidad", tan presentes en los discursos de los clérigos, no se aplican a los fieles que desean preservar nuestro herencia cristiana?
Como recordó muy acertadamente Jean-Marie Rouart, Notre Dame no pertenece al arzobispo de París, sino a toda la nación. Por tanto, es justo y normal que los franceses, y en particular los católicos, se manifiesten cuando sienten que la esencia de la catedral está amenazada. ¡Y lo menos que podrían hacer es responderles!
Sólo su mano...
A pesar de las protestas provenientes de todas partes, el 9 de diciembre de 2021 cayó el veredicto: el proyecto de rediseño del interior de la catedral fue aprobado por los miembros de la Comisión Nacional de Patrimonio y Arquitectura, aunque con reservas en lo que respecta, por un lado, a la reubicación de las imágenes de santos en las capillas y, por otro, a los bancos sobre ruedas equipados con luminarias, previstos por la diócesis.
No queda ninguna mano para impedir que Notre Dame sea profanada, ¡excepto la suya, Excelencia! Medite sobre el juicio de la historia y, más aún, de Dios, si permite que suceda lo irreparable. Notre Dame sigue siendo, a pesar de los estigmas del incendio, el santuario más bello de la cristiandad. La reina de las catedrales es un alhajero de belleza, destinado a acoger lo más sagrado del mundo: el Santo Sacrificio de la Misa. Su silueta deja claro de inmediato que es un barco que conduce las almas al Cielo. Cada una de sus vidrieras, cada una de sus imágenes y piedras están consagradas a la gloria de Dios. ¿Cómo no pensar, al recorrer su nave, en la Jerusalén celestial descrita por el Apocalipsis de San Juan, en su capítulo XXI: "Tenía el brillo de una piedra preciosísima, como el jaspe cristalino (...) La ciudad no necesita ni el sol ni la luna para iluminarse, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero. Las naciones caminarán a su luz".
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Pedagogía de lo sagrado
Antes de su cierre, trece millones de visitantes entraban en Notre Dame cada año. ¿Qué buscaban estos hombres, a veces venidos de los confines del mundo? ¿Un espejo de nuestro tiempo? No, al contrario, buscaban la belleza y la sacralidad, de las que tan cruelmente carece nuestro mundo sin Dios. Buscaban, a menudo sin saberlo, una huella de aquel tiempo bendito en que la "filosofía del Evangelio gobernaba los Estados", según la expresión utilizada por el Papa León XIII en su encíclica Immortale Dei del 1 de noviembre de 1885. "En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad", escribió el Papa sobre la Cristiandad. "Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de estos beneficios y quedará vigente en innumerables monumentos históricos que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá desvirtuar u oscurecer", continúa el Papa León XIII. ¿No es Notre Dame uno de los más maravillosos "monumentos" de aquel tiempo que lleva el nombre de Cristo?
La pedagogía de lo sagrado, deseada por los contemporáneos de Suger y San Luis, habla no sólo a la inteligencia, sino también a las almas. "Me encontraba entre la multitud, cerca del segundo pilar a la entrada del coro, a la derecha de la sacristía. Y fue entonces cuando tuvo lugar el acontecimiento que domina toda mi vida. En un instante mi corazón fue tocado y creí". ¿Cuántas almas, alejadas de Dios, han experimentado bajo las bóvedas sagradas de Notre Dame, el encuentro que estremeció a Paul Claudel en estos lugares? ¿Adónde irán a beber estas almas sedientas si la fuente se seca por culpa de Ud.?
¿De dónde vienen estas malas ventiscas?
Excelencia, ¿de dónde vienen estas malas ventiscas que amenazan repentinamente con arrasar Notre Dame? Sin duda, el padre Gilles Drouin, encargado del desarrollo litúrgico y cultural de su catedral, nos brinda una respuesta parcial cuando declara: "Si el Vaticano II rompió con la misa en latín y dio la vuelta a los altares para ir hacia el rebaño en lugar de darle la espalda, cincuenta años después aún queda trabajo por hacer". Así, se trataría de deconstruir Notre Dame para convertirla en una catedral "conciliar" que no honra a Dios, ¡sino al Hombre! Desgraciadamente, ¡tantas iglesias han corrido la misma suerte! "En los años 60, el clero francés interpretó el Concilio Vaticano II aplicando un vandalismo nunca visto desde la Revolución Francesa, en nombre de un modernismo cuestionable", recuerda Didier Rykner. Un vandalismo que, por desgracia, no se limita a la arquitectura...
Como ha demostrado magistralmente Guillaume Cuchet en su libro Comment notre monde a cessé d’être chrétien (Cómo nuestro mundo dejó de ser cristiano), el Concilio convocado por S.S. Juan XXIII coincidió con el inicio de un hundimiento, sin precedentes por su brutalidad, del Catolicismo en Francia, excluyendo los periodos de persecución. La práctica sacramental se ha vuelto algo residual en nuestro país, las ordenaciones sacerdotales disminuyen año tras año y, como Ud. sabe, el clero está manchado de sórdidos casos de moralidad que desesperan a los fieles y cuyo final nadie vislumbra. Excelencia, no sólo está en llamas Notre Dame: en cincuenta años, la Francia cristiana ha sido reducida a cenizas. Y ahora, en medio de esta noche oscura, Ud. se dispone a apagar Notre Dame, el último faro de la Cristiandad...
Excelencia, aún no es demasiado tarde para que se abstenga de hacer entrar en Notre Dame el "humo de Satanás" que infesta a la Iglesia, según las trágicas palabras del Papa Pablo VI. Entregar su catedral a la modernidad impía no sería solo una afrenta a aquellos que la construyeron y preservaron, sino también, y sobre todo, una ofensa hecha a Aquel a quien pertenece. De este gesto se derivarían inevitables maldiciones para la Hija Primogénita de la Iglesia, justo en el momento en que una persecución amenaza casi imperceptiblemente a los católicos de Francia. ¿Cómo no estremecerse al pensar que el arzobispo de París escribiría un capítulo de esta tribulación, trabajando para profanar su propia catedral? Excelencia, por el amor de Dios, ¡no acabe con Notre Dame! Aún hay tiempo de salvarla.
Reciba, Excelencia, el testimonio de mi más alta y filial consideración,
París, 25 de marzo de 2023
Fiesta de la Anunciación de la Virgen María
José Antonio URETA
Presidente
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