ENIGMÁTICAS COINCIDENCIAS

La “espada de Bolívar”, ¿una espada de Damocles?

Hugo Chávez exhibe la espada ceremonial de Bolívar. Las copias que obsequia a sus amigos los dejan “aterrados”...

La figura de Simón Bolívar despierta sentimientos contradictorios, desde endiosamientos fanáticos hasta rechazos categóricos. Quien esto escribe ya vio, en la pared de una tienda en Caracas, la imagen tutelar de un “sagrado corazón de Bolívar” de cerámica en altorelieve, remedo blasfemo de un busto del Corazón de Jesús. En sentido diametralmente opuesto, Herbert Morote pudo publicar en Lima, sin que nadie se escandalice, su libro-tesis histórica Bolívar - Libertador y enemigo N° 1 del Perú.

Entre ambos extremos, un análisis imparcial del personaje nos muestra que Bolívar ha sido, a despecho de sus raíces aristocráticas, un revolucionario radical, cuya actuación, pautada por prejuicios anticatólicos, constituyó una fuente de desventuras tanto para el Perú como para toda la región norandina de Sudamérica.

Pero dejemos para otro momento ese pasado y concentrémonos en el presente, en las extrañas derivaciones del culto que el mandatario venezolano Hugo Chávez se jacta de tributar a Simón Bolívar.

El chavismo, una amalgama de igualitarismo marxista y autopromoción delirante

Como es sabido, desde que subió al poder en febrero de 1999, Chávez promueve su llamada Revolución Bolivariana, o socialismo del siglo XXI, una amalgama de igualitarismo marxista y delirante autopromoción, supuestamente inspirada en la figura del emancipador. Su empeño en “marketear” a Bolívar como un semidiós lo ha llevado, entre otras cosas, a obsequiar a varios jefes de Estado que considera sus amigos —algunos de ellos feroces dictadores— réplicas de una espada ceremonial que su paladín recibió del Perú después de la batalla de Ayacucho; sin duda confeccionadas con materiales diferentes a los de la pieza original, cuya vaina es de oro macizo de 18 kilates, y su empuñadura contiene nada menos que 1.433 diamantes, rubíes y esmeraldas [1] .

Pero curiosamente, una misteriosa fatalidad, casi una maldición, parece abatirse sobre los que reciben el bolivariano regalito. A ello alude un artículo de Thays Peñalver, en el diario caraqueño “El Universal” del pasado 29 de septiembre:

“Pues ahora la espada de Bolívar anda cortándole las cabezas a todos los candidatos a tiranuelos. Se la dieron a Gadafi y a los pocos meses fue derrocado, a Saddam lo mismo, al sirio [Bashar Assad] se le sublevaron y a la mayoría le tienen incendiado el país. Le entregaron la espada a Ahmadinejad y a los pocos días se retiró por una extraña enfermedad a la que definió como “cansancio”, se la entregaron a Néstor Kirchner y ya sabemos que pasó, al presidente de Paraguay le dio cáncer, a Mugabe también, se la obsequiaron a Fidel y meses más tarde estaba fuera del poder con una rara enfermedad...”.

La trilogía Chávez-Bolívar-espadas: ¿un misterio maléfico?

Y ahora —agregamos nosotros— parece haberle llegado el turno al propio idealizador de ese delivery de espadas, a quien se le ha detectado un cáncer, al igual que a otro “beneficiario” de su prodigalidad, el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva...

Con eso, agrega Peñalver, el resto de los gobernantes “a quienes les han regalado la espada, deben estar aterrados con ‘el regalito’ y viéndose las caras al ver que a los tiranos la espada les ha cortado la cabeza” [2] . Más o menos como si esas réplicas de la espada de Bolívar se hubiesen convertido en espadas de Damocles, pendientes de un hilo sobre las cabezas de su poseedores...

¿Qué pensar de estos percances? ¿Meras concidencias? ¿Fatalidad? ¿Hechizo? ¿Hay alguna relación causa-efecto entre el obsequio chavista y esos males? Los datos disponibles no permiten dar una respuesta. Apenas nos cabe, por ahora, constatar el enigmático fenómeno, a la espera de alguna explicación. Y señalar de paso que, por lo visto, hasta los regalos de Chávez se contagian de los maleficios de su Socialismo Bolivariano...







[1 Nelson Padilla, Las Espadas de Bolívar, “El Espectador”, Bogotá, 13-2-2010; http://www.elespectador.com/impreso/nacional/articuloimpreso187546-espadas-de-bolivar.





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Mensajes

  • Pienso que una publicación tan prestigiosa como ésta, debería preocuparse bastante en ser fiel siempre a la doctrina de la religión católica.
    Al desviarse de ella, corre el peligro de no educar correctamente a los feligreses.
    Digo esto, porque las supersticiones son contrarias a la doctrina de nuestra religión. Y propalar que trae mala suerte recibir de manos de Hugo Chávez la réplica de una espada es fomentar la creencia en supersticiones.
    Así lo creo.
    Leoncio Arana

    • Estimado amigo, Aprovechamos su observación para reiterarle que la preocupación de ser fieles a la doctrina católica es la constante en nuestos comentarios. Y que el artículo sobre la espada de Bolívar no significa de ningún modo "desviarse" de ella. Repetimos, ¡de ningún modo!; tan sólo menciona HECHOS: lo que les está ocurriendo a quienes reciben el ’regalito’ de las espadas.

      Y concluimos que no tenemos explicación para esos hechos, salvo constar que el régimen de Chávez es tan maléfico que hasta los obsequios que él prodiga parecen portar maleficios.

      ¿Esa afirmación es contra la doctrina de la Iglesia? —En absoluto. Más bien, sometemos a su consideración una hipótesis histórica. Como Ud. sabe, durante su nefasta presencia en el Perú, Bolívar suprimió conventos y expolió bienes eclesiásticos. Imagine Ud. ahora que esa espada de ceremonia que el aventurero venezolano recibió del Perú contuviese, entre las 1400 piedras preciosas engastadas en su empuñadura, gemas sacadas de ornamentos sagrados de las iglesias expoliadas. Y que algún sacerdote, impotente para evitar ese sacrilegio, imitando a Jesucristo hubiese maldecido a quienes hicieran uso de esas piedras, como el divino Maestro hizo con la higuera estéril. Estaría en su derecho de hacerlo, y si lo hubiera hecho, la maldición acarrearía consecuencias. Hay varios ejemplos en la historia de la Iglesia que corroboran esto. Y por cierto no tienen nada que ver con superstición.

      Queda así aclarado el sentido, por lo demás evidente, del artículo .

  • Nadie se está saliendo de la educación catolica querido amigo, es una observacion sana.

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