CASO PUCP - DESENLACE A LA VISTA

Separación de la Iglesia: ¿de "rebelde" a apóstata?

Al parecer, el litigio que enfrenta a la Universidad Católica con el Arzobispado de Lima se aproxima a su fin. Es lo que dio a entender semanas atrás el sitio de internet “Vatican Insider”, dirigido por uno de los más acreditados vaticanistas de Italia, Andrea Tornielli, y reputado como fuente de información seria y confiable. Bajo el título “Perú: definirá Vaticano el futuro de la «Universidad rebelde»”, un artículo del especialista Andrés Beltramo confirma pronósticos sobre el probable desenlace.

Antecedentes

Cardenal Péter Erdö, visitador papal a Lima para el caso PUCP

Como se recuerda, tras la visita a Lima del enviado papal cardenal Péter Erdö, en diciembre pasado, y el posterior ultimátum vaticano para que la Universidad adecúe sus estatutos a las normas de Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, a comienzos de año el Rector de la PUCP fue llamado a Roma y, a su regreso, durante algunas semanas se habló de una distensión y de que las cosas se encaminaban hacia un arreglo satisfactorio para ambas partes.

Pero no tardaron en presentarse nuevas dificultades. Según constó, la dirigencia de la PUCP condicionaba los cambios en sus estatutos exigidos por la Santa Sede a que la Iglesia renuncie a su derecho de participar en la administración patrimonial de la Universidad. Pero esta es una condición imposible de cumplir: pues aunque la parte eclesiástica quisiese atenderla no podría hacerlo, ya que el testamento de don José de la Riva-Agüero y Osma, que legó a la PUCP su actual terreno y otros cuantiosos bienes, estipuló que la administración de ese patrimonio sea ejercida conjuntamente y a perpetuidad por un representante del Arzobispo y uno de la autoridad universitaria. Y esta cláusula es inmutable, no puede modificarse.

¿Dejar de ser Pontificia y Católica, única alternativa viable?

Otra dificultad: la asamblea universitaria de abril pasado no aceptó que se requiera el placet del Vaticano para nombrar al Rector, como corresponde a cualquier Universidad católica. Se creó así un nuevo impasse, en el que ya es indisimulable la intención de la PUCP de no someterse a la autoridad de la Santa Sede. Pero esta insumisión significaría sencillamente romper el vínculo jerárqico con la Iglesia, y perder su condición de católica. Así, la “universidad rebelde” —como ya se la denomina en Roma— podrá lamentablemente convertirse en “universidad apóstata”.

Ese es el fondo de cuadro de la importante actualización que publica el “Vatican Insider”, cuyo texto íntegro sigue:

06-05-12

Perú: definirá Vaticano el futuro de la “universidad rebelde”

Existen buenas posibilidades que la Santa Sede decida ordenar el quite de los títulos de “pontificia” y “católica” a la casa de estudios

Andrés
Beltramo Álvarez

Ciudad del Vaticano

El futuro de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) se encuentra en manos del Vaticano. Pronto la Santa Sede emitirá un pronunciamiento definitivo sobre esa casa de estudios, que se encuentra en abierta rebeldía hacia la autoridad de la Iglesia. De nada sirvió el ultimátum dado por Roma a las autoridades universitarias para que modificasen su reglamento interno y adhiriesen a la legislación eclesiástica vigente. El plazo se cumplió y nada.

Desde 1990 la universidad debió reformar sus estatutos internos para incluir en ellos algunas indicaciones dictadas por la Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae”, firmada por Juan Pablo II. Pero los años pasaron y el cambio de normativa nunca se dio. Simultáneamente se abrió un contencioso (que incluyó varios juicios civiles), entre la institución y el arzobispado de Lima, por el control de las propiedades heredadas por el intelectual José de la Riva Agüero.

Ante la reiterada negativa de la Asamblea Universitaria de la PUCP a modificar los estatutos, debió intervenir directamente El Vaticano. Lo hizo a través del secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, quien intimó al rector Marcial Rubio a entregar la normativa cambiada antes del 8 de abril. Una decisión que surtió un efecto parcial, porque sí impulsó una reactivación de las negociaciones.

Efectivamente existió un acercamiento entre el arzobispo de Lima, Mons. Juan Luis Cipriani Thorne y Rubio, con la mediación del nuncio apostólico en el Perú, James Patrick Green. Y la universidad anunció públicamente que, en esas reuniones, se había alcanzado un principio de acuerdo.

Pocos días después y antes que venciese el ultimátum vaticano, el rector intentó someter a votación de la asamblea los cambios negociados al estatuto, pero no logró el consenso necesario. El documento que el funcionario entregó a los asambleístas sostuvo que, de aprobarse la reforma, terminarían tanto los problemas eclesiásticos como judiciales para la universidad. Algo así como una oferta de “borrón y cuenta nueva”.

Pero el supuesto acuerdo se rompió por lo más fino. En parte porque la casa de estudios pretende condicionar la normalización de sus estatutos a un acuerdo global, que incluya acabar con los juicios en su contra. Esa postura tiene una lógica: la ley civil no está de su lado. Pero el arzobispado limeño mantiene una posición opuesta: atender los problemas eclesiásticos y civiles por separado.

En ese contexto no se ahorraron los golpes bajos: el 17 de abril apareció un comunicado de los cinco obispos delegados de la Conferencia Episcopal Peruana ante la asamblea universitaria, en el cual se instó a la partes a reiniciar el diálogo para lograr una “solución integral”. Una postura que coincidió demasiado con la sostenida por la PUCP. Pero en realidad se trató de un boletín apócrifo, no todos los firmantes habían dado su consenso a tal iniciativa.

Finalmente resultó imposible establecer un acuerdo definitivo y entonces cada una de las partes envió, por separado, su reporte al Vaticano: el nuncio Green, el rector Rubio, el arzobispo Mons. Cipriani y el presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Salvador Piñeiro García-Calderón, arzobispo de Ayacucho.

Como los directivos de la universidad no recibieron respuesta de Roma, difundieron una carta abierta dirigida al secretario de Estado Bertone. En la misma volvieron a exigir una solución global y acusaron de la ruptura en las conversaciones directamente a Mons. Cipriani. Es más, reclamaron que el cardenal “deje de ser el interlocutor entre la Jerarquía de la Iglesia y las autoridades de la universidad, pues muestra una reiterada voluntad personal de conflicto y de ventilarlo públicamente”.

Ahora la decisión final está en Roma. Y existen buenas posibilidades que la Santa Sede decida ordenar el quite de los títulos de “pontificia” y “católica” a la casa de estudios. Una decisión nada sencilla, que sería –en varios sentidos– clamorosa. Pero que se presenta, cada vez más, como la única alternativa viable.

 
El pronunciamiento definitivo de la Santa Sede es inminente
 

Fuente

http://vaticaninsider.lastampa.it/es/homepage/en-el-mundo/dettagliospain/articolo/peru-peru-15746/











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