UN HISTÓRICO VUELCO DE OPINIÓN

Gran marcha contra el aborto en Italia

De nuestra redacción

Roma - El doble del año pasado. Veinte mil personas, según datos de la policía. Veinticinco mil, según la prensa. Y muy probablemente treinta mil o más. En su tercera edición, la Marcha Nacional por la Vida, realizada en la capital italiana el domingo 12 de mayo, fue un éxito desde todos los puntos de vista, empezando por el número de participantes. Desde grupos provida a órdenes religiosas masculinas y femeninas, desde diversas delegaciones extranjeras —¿acaso Roma no es el centro del mundo?— a numerosos grupos parroquiales y asociaciones cívicas, todos estaban en la Ciudad Eterna para manifestarse contra el aborto y protestar contra la inicua Ley 194, de 1978.

La Asociación Italiana Tradición, Familia, Propiedad también estuvo presente con sus característicos estandartes rojos con el león rampante dorado. Junto a sus socios y voluntarios marcharon representantes de diversas TFPs de Europa. De Sicilia vino una expresiva delegación del Círculo Plinio Corrêa de Oliveira.

Después de años de vacilación, durante los cuales algunos habían llegado a hostilizar la idea de realizar la marcha, el entusiasmo del pueblo italiano pro vida encontró por fin su expresión. El objetivo es claro: ninguna excepción, ninguna concesión. El aborto intencional sí es un "crimen abominable" [1].

Así, quedaron atrás las políticas contemporizadoras, con las que se pretendía tan sólo "hacer cumplir bien" la vigente ley 194, pero sin modificarla... Es decir, que se cumpla con el mandato legal de explicar las alternativas al aborto a cada mujer que quiera realizarlo, y que sólo se proceda a matar al bebé en estricta interpretación de las causales y circunstancias legales. Durante mucho tiempo esa posición concesiva, paralizante, y en el fondo derrotista, prevaleció entre aquellos con capacidad de encabezar una reacción, y contagió incluso a eminentes figuras eclesiásticas.

Ahora, en cambio, está claro que dicha ley debe ser derogada. Y el paso siguiente debe ser una reforma constitucional que proteja la vida desde la concepción hasta la muerte natural.

La marcha tuvo un comienzo sumamente sugestivo, en el Coliseo romano. Desde ese recinto tan simbólico, teatro de miles de martirios de cristianos, partía el cortejo de evocación de otros martirios, no menos atroces, de millones de niños inocentes del siglo XXI privados cruelmente del derecho a nacer. Pero ¡qué contraste entre los martirios de ayer y de hoy! Los instrumentos mecánicos y quirúrgicos sustituyen hoy las fauces de las fieras, para triturar a sus víctimas. Los vientres maternos, sagrarios de gestación, amor y protección a una nueva vida humana, se convierten ahora en cámaras de tortura y exterminio, como nuevos Coliseos. Gobernantes y legisladores cínicos, junto a profesionales inescrupulosos y traidores a su juramento, se erigen en modernos Nerones, Calígulas y Dioclecianos para promover y ejecutar las nuevas masacres. Y los dioses del paganismo romano son reemplazados por el dios máximo del neopaganismo actual —una bestia de dos cabezas llamadas Orgullo y Sensualidad, encarnación divinizada del egoísmo— al cual se ofrendan esos pequeños seres humanos que nunca verán la luz del sol.

Desde el Coliseo y las majestuosas ruinas situadas a lo largo del trayecto, en la Via de los Foros Imperiales, hasta el Castillo de Sant’Angelo, más de dos mil años de Historia parecían contemplar el interminable cortejo de los defensores de la vida que así desafían al neopaganismo contemporáneo. Y cuando los estandartes de las TFPs europeas que acompañaban la marcha ya se aproximaban de la Plaza de San Pedro, parecían tejer un vínculo invisible entre la gloriosa resistencia de los cristianos del pasado contra el paganismo, con la épica lucha de los católicos de hoy contra el neopaganismo revolucionario.

Finalmente, llenos de satisfacción, los manifestantes convergieron en orden por la Via della Conciliazione hasta la Plaza de San Pedro, donde participaron del Ángelus rezado por el Papa, y recibieron del Pontífice una especial bienvenida.

Sin duda, los vientos de la Historia están cambiando de dirección: si los católicos pro vida perseveramos en nuestra determinación de ir hasta el fin, muy pronto las legislaciones abortistas y antifamilia serán cosa del pasado.








[1Cfr. Aclaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el aborto procurado, "L’Osservatore Romano", 11-7-2009, pág. 7. Ver también: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20090711_aborto-procurato_sp.html.





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