ANÁLISIS – UN DIAGNÓSTICO PRECISO

Por qué no existe paz

El columnista católico brasileño Gregorio Vivanco Lopes acaba de publicar en varios medios de su país un conciso, sustancioso y actualizado artículo sobre ese candente tema, que ofrecemos a nuestros lectores seguido de un breve comentario.

“Nunca se habló tanto de paz como en nuestra época. ¡Sin embargo, nunca hubo tanta violencia!

El día 26 de enero último, el Papa Francisco después de rezar por la paz entre Rusia y Ucrania, soltó dos palomas, símbolo de la paz. Como se nota en la foto, las palomas fueron atacadas por una gaviota y después por un cuervo.

“Las confrontaciones entre Israel y Hamas amenazan transformarse en una nueva guerra general. Lo mismo dígase de las incursiones rusas en Ucrania para desestabilizarla. Está también la amenazante proclamación de un Califato en Irak y Siria por fanáticos musulmanes anticatólicos, primos de los que entran a torrentes en los países europeos como inmigrantes.

“En Nigeria, la persecución mortífera a los cristianos tiene el carácter de genocidio. En Afganistán, los talibanes imponen por la fuerza de las armas su Corán a una población aterrorizada. En la vecina Colombia, los guerrilleros de las FARC, en su diálogo con un gobierno concesivo y débil, exigen que sus condiciones sean aceptadas. En Bolivia, indígenas protagonizan verdaderas batallas campales. En Venezuela, el régimen bolivariano se va radicalizando. En Rusia, se pregunta qué hará Putin, el autócrata enigmático, con las armas atómicas almacenadas en aquel país.

“En Brasil, con la complacencia de las autoridades, los llamados «Sin Techo» crean un clima de inseguridad y agitación urbana constantes, sumados a los otros «movimientos sociales».

“También en Brasil —y en diversas partes del mundo— la criminalidad aumenta de manera aterradora. La población tiene miedo hasta de salir a las calles.

“Pero la ausencia de paz también se nota de modo alarmante en la esfera privada.

“Se están volviendo frecuentes las noticias de hijos que matan a sus padres por motivos triviales. Por todo el mundo, madres matan a los propios hijos antes de que nazcan, por medio del aborto, cada vez más impune. Están siendo usadas «máquinas de la muerte» en algunos países para practicar la eutanasia. Son accionadas por computadora por la propia víctima, quien se aplica a sí misma una inyección letal.

“Para contener la violencia, de nada sirve limitarse a hablar de paz, decir que ésta es necesaria, etc. En ese sentido —como en muchos otros— la acción de las organizaciones de derechos humanos, de la ONU, de las ONGs, y cuantas más se quiera, se ha revelado totalmente ineficaz.

“Por otro lado, ¿cómo esperar que la violencia disminuya, con la televisión [y otras tecnologías de comunicación] arrojando diariamente su dosis envenenada de violencia e inmoralidad dentro de los hogares?

“Se impone una restauración moral de la sociedad. Sin la práctica de los Mandamientos de la Ley de Dios, no hay forma de violencia que no explote. Pero para eso sería necesario un empeño serio y decidido del Clero, desde los simples sacerdotes hasta los más altos escalones de la Jerarquía eclesiástica, en la predicación de la doctrina católica tradicional. No obstante, eso parece ser propiamente lo que más falta...

“De ahí que se pueda aplicar a nuestros días la lamentación del Profeta Jeremias sobre aquellos líderes que «no hacen otra cosa que engañar. Ellos curan a la ligera las heridas de mi pueblo, diciendo: ’¡Paz, paz!’, pero no hay paz» (Jer. 6, 13-14)” [1].

Las perspectivas de Fátima se vuelven realidad

Ante un diagnóstico tan sucinto y preciso de porqué no hay paz, alguien podrá preguntarnos: ¿qué es entonces la paz?

San Agustín definió la paz como "la concordia en el orden". La consagración de San Agustín, pintura al temple por Jaume Huguet (s. XV).

Como explica San Agustín, la paz entre los hombres es “la concordia en el orden [2]. El orden, a su vez, es “la recta disposición de todas las cosas según su fin”. Y ese fin, para los hombres que viven en sociedad, es la vida virtuosa en común, enseña Santo Tomás [3].

De ahí que, como bien señala el autor del artículo, sin una previa restauración moral —o sea, una situación en que la virtud predomine— no puede haber ni orden, ni concordia, ni paz.

Por eso en 1917, cuando Europa estaba siendo devastada por la terrible I Guerra Mundial, la Santísima Virgen se apareció en Fátima y puso como condición para la paz mundial que los hombres abandonen el pecado, enmienden su vida, y se vuelvan hacia Dios por la oración. De lo contrario, advirtió, Rusia —o sea el comunismo— sembraría “sus errores por el mundo”, lo cual acarrearía nuevas guerras, persecuciones a la Iglesia, y el aniquilamiento de varias naciones. Sólo después se restablecería la paz: será el triunfo del Inmaculado Corazón de María, o sea, una nueva y esplendorosa era de fe y de espíritu católico irradiando al mundo entero.

* * *

En forma creciente y cada vez más nítida, los pueblos sienten hoy que hemos llegado a un apogeo de mal, y que las perspectivas enunciadas haca casi 100 años en Fátima, que nos parecían apuntar para un futuro bastante remoto, se vuelven ahora realidad: un gran castigo se aproxima.

Por eso les suenan en falso tantos llamados huecos a una “paz” sin ninguna base verdadera, porque no es la paz de Cristo; son llamados que no resuelven nada, y que más bien nos conducen a la situación que preveía San Pablo: Cuando estén hablando de paz y seguridad, la destrucción les sobrevendrá repentinamente (I Tes. 5, 2).

Artículo relacionado:
"El mensaje de Fátima, 93 años después".







[2San Agustín, De Civitate Dei, XIX

[3Cfr. Santo Tomás de Aquino, De regimine Principum, I, 4-15.





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Mensajes

  • ¿Qué les pasó a los laicistas? ¿Les quedó grande cumplir su promesa de paz y prosperidad si el Estado se independizaba de la influencia de la Iglesia? ¡Payasos parlanchines y mentirosos!
    Es el Estado confesional católico la única solución probable, donde la clase de Religión recobre la importancia que merece.
    Desafío a cualquiera a que me diga cuál ética es mejor que la que Nuestro Señor le legó a su Iglesia.
    Lástima que la desgraciada infiltración mundana y marxista en los seminarios haya deteriorado tanto la preparación y actividad de muchos sacerdotes.
    Pero aún quedan algunos que conservan como oro en paño la pureza del magisterio tradicional. Son éstos la esperanza del mundo.

  • No existe o no se está considerando La Paz al no haber paz en el corazón del ser humano. Es algo que se ha desformado por ausencia del tema lo cual nos lleva al lado opuesto de La Paz.
    Continuemos orando, más oremos por que haya Paz en el corazón de cada ser humano, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Amén.

  • El corazón del hombre sigue siendo la clave. Un corazón abierto a la paz de Cristo, al amor del Santo Espíritu y dispuesto a la voluntad del Padre es el único que puede proveerse paz y reintegrarla a los hombres de todos los pueblos.
    A veces da la impresión de que el "modernismo" nos está rebasando. "Incultos" y "desactualizados", dijo una conocida comentarista conductora de un programa resuelve-conflictos de Telemundo; "desadaptados", dijo en otra ocasión, pues no aceptamos sus ideas sobre el celibato sacerdotal, los matrimonios gay, sobre el derecho de una persona a declararse homosexual y vivir como tal, la adopción de hijos por parejas homosexuales, la existencia de sacerdotisas y sobre el aborto, entre otros temas "modernos", parece que nos hacen "quedar al margen del una sociedad que va cambiando y perfeccionándose continuamente; la Iglesia tarde o temprano tendrá que actualizarse y aceptar los cambios de la vida moderna; de lo contrario, se quedará al margen. Después de todo, si nacieron gays, Dios los hizo gays", concluye la señora Polo.
    Tales expresiones evidencian un claro desconocimiento de la auténtica doctrina enseñada por Cristo Jesús y de la ética cristiana. El enemigo anuncia de nuevo la destrucción de la Iglesia pero no toma en cuenta que... 1) Él mismo está en ella y con ella; y, ... 2) Nada prevalecerá contra ella y permanecerá hasta el final de los tiempos y nada habrá que ocupe su lugar y su función.
    El hombre mismo se acosa a sí mismo con pensamientos, sentimientos y acciones no acordes con la Gracia Divina.
    Volver a la vida virtuosa y sacramental es una buena respuesta. La modernidad debe interpretarse en el mejor aprovechamiento de los recursos naturales y de la sabiduría humana para favorecer al ser humano integral; los "conceptos sociales modernos" nunca serán un termómetro que pueda medir la integridad humana.
    Me quedo con "la paz es la concordia en el orden; el orden es la recta disposición de todas las cosas según su fin y ese fin, para los hombres que viven en sociedad, es la vida virtuosa en común", como cita el autor.
    En síntesis, pensamientos puros, sentimientos nobles y acciones que agraden a Dios. Punto.

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