DECLIVE DE LA CIVILIZACIÓN

“El Libro Negro de la Nueva Izquierda” y una reveladora entrevista

¿Qué pensarían nuestros lectores de un programa periodístico audiovisual que acoge a dos conceptuados intelectuales para entrevistarlos sobre su último éxito editorial, pero de repente uno de los anfitriones pierde los papeles y se lanza a provocar a sus invitados con ultrajes personales sobre su aspecto físico e incluso sexual, en lenguaje bajo, convirtiendo así el programa en un degradante espectáculo de callejón?

Inaugurado un nuevo estilo de periodismo, el periodismo de agresión.

Fue lo que hizo el 19 de abril la ofuscada conductora Patricia del Río con los escritores argentinos Nicolás Márquez y Agustín Laje, autores del best-seller El Libro Negro de la Nueva Izquierda. Ideología de género o subversión cultural. Armó un show de provocación, ante la mirada atónita de sus colegas Aldo Mariátegui y Fernando Carvallo, quienes visiblemente no podían creer lo que presenciaban, y se apresuraron a poner fin a la entrevista como pudieron.

El video rápidamente se reprodujo y generó un abrumador rechazo del público hacia esa conductora, a cuya falta de idoneidad y peculiar odio anti-católico ya tuvimos ocasión de referirnos [1], y que parece haber inaugurado un nuevo estilo de periodismo, el periodismo de agresión.

Por la noche, en un auditorio de la UNI colmado —y ante un público joven, mucho más benévolo que la inefable entrevistadora—, los escritores argentinos agradecieron en tono jocoso a su “amiga Patricia del Río”, por la inesperada publicidad gratuita que les brindó.

* * *


¿Qué fue lo que motivó esa insólita exhibición de agresividad de la periodista? Los jóvenes escritores estaban comenzando a explicar el tema de su libro, la historia de la ideología de género, hija del marxismo y del feminismo radical de los años 60. Nada justificaba que a esa exposición de naturaleza puramente intelectual e histórica, ella respondiese con agravios hacia los expositores, y se retirase airada.

Patricia del Río, en la desafortunada entrevista, reveló ser una acabada muestra del declive de la vida civilizada.

Es una conducta repudiable, pero explicable. Hoy, la izquierda mundial ya reconoce que ha perdido la batalla ideológica (por ejemplo el Partido Socialista francés, que llegó a ser la mayor fuerza política de su país, ahora afirma que debe “reinventarse” para no morir). Y solo le resta avanzar subrepticiamente —como lo intentó hacer el Ministerio de Educación peruano con la ideología de género en los currículos escolares— o bien por golpes de mano estilo Nicolás Maduro, siempre de incierto resultado.

El libro de Márquez y Laje pone al descubierto todos los errores intelectuales de los cuales se nutre la ideología de género, con datos que obviamente Patricia del Río no sabría ni podría desmentir. Entonces ella optó por trastornar la entrevista “pateando el tablero”.

* * *


Hasta ahí todo se entiende. Pero hay un aspecto en este insólito episodio que no todos tienen claro, y que interesa sobre todo resaltar.

La cortesía es un elemento fundamental de la vida civilizada. Ella floreció en la civilización cristiana como una síntesis de la virtud cardinal de la justicia —que manda dar a cada uno lo que le corresponde— y de la virtud teologal de la caridad, que propone dar más al que más lo necesita.

Es justamente el buen trato marcado por la cortesía lo que hace la vida en sociedad amena y agradable, y llevó a exclamar a Talleyrand: “Quien no conoció el Ancien Régime (período anterior a la Revolución Francesa) no sabe lo que es la dulzura de vida”.

La más elemental cortesía impone que quien recibe a una persona en su casa o lugar de trabajo, se esmere en hacerlo sentirse cómodo, y que incluso si deben tratar un asunto en que las opiniones divergen, haya siempre un fondo de comprensión y cordialidad hacia el visitante, que debe sentirse respetado y dignificado.

Todas estas normas fueron quebrantadas por Patricia del Río, de una manera que no vacilamos en calificar de brutal, con sus visitantes argentinos. ¿Por qué?

Refiriéndose a la revolución cultural sucesora del comunismo, y de la cual la ideología de género es hoy la punta de lanza, el Dr. Plinio Correa de Oliveira explicaba que dicha revolución puede definirse como una estrategia de embrutecimiento programado, generador de un éxodo cultural, una migración hacia fuera de la vida civilizada, una “tribalización” del mundo.

Ese proceso ya está en pleno curso, y cualquiera puede notarlo en detalles tanto grandes como pequeños, desde las “barras bravas” al aumento de la violencia doméstica, del bullying escolar a la simplificación de las fórmulas de trato, de la decadencia de la conversación a la creciente falta de pudor en la indumentaria, etc.

Patricia del Río reveló ser, quiéralo o no, una acabada muestra, con tintes psicopáticos [2], de ese declive de la vida civilizada.

Tapa del best-seller "El Libro Negro de la Nueva Izquierda, Ideología de Género o Subversión Cultural".






[1Ver: Crecimiento de activismo pro vida alarma a anticatólicos, http://www.tradicionyaccion.org.pe/tya/spip.php?article280

[2Utilizamos aquí el término psicopatía en la segunda acepción que le da la Real Academia Española: Anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece.





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  • De nuevo me permito, sugerir, que las noticias no utilicen las categorías lingüísticas de los enemigos, los católicos debemos defender el lenguaje y evitar contagiarnos y normalizar las palabras que el diablo ha inventado para confundir. Nosotros debemos referirnos a esa "ideología" como "ideología contra los sexos" o "ideología diabólica" o "ideología nefanda" u otras categorías que revelen a cualquier católico de que se trata del lenguaje del enemigo. No podemos permitir que se borre del lenguaje común la creación de Dios, (varón y mujer los creó) . No seamos tontos útiles de la izquierda aceptando fácilmente sus categorías ni permitamos que las palabras que siempre han permitir caracterizar la creación de Dios sean borradas de la mente de las personas, menos en un medio católico

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