“UNA SOLA PALABRA”

Lo que los peruanos esperan de la visita del Papa

La visita del Papa Francisco al Perú genera en todos los fieles católicos peruanos (y en buena medida, hasta en no católicos) una expectativa hecha de grandes esperanzas, pero también de aprensiones.

¿Cuáles son esas esperanzas? ¿Qué es lo que los peruanos esperan concretamente de la magna visita?

Esperanzas, en un cuadro de luces y sombras

Para responder adecuadamente es necesario tener en cuenta que la venida del Pontífice se produce en un contexto de luces y sombras.

La gran luz que ilumina los tres días de la augusta visita, es que ella dará ocasión a que se manifieste, una vez más, la vitalidad del catolicismo peruano, pese a tantos y tantos factores adversos. Marcada por una fe viva, una profunda devoción mariana y una fervorosa adhesión al Papado y a la Iglesia, la religiosidad de nuestro pueblo es, verdaderamente, una “luz que brilla en las tinieblas” (Jn. 1, 5) de nuestra conturbada época.

Las tinieblas que intentan cercar esa luz se muestran en la turbulenta situación que viven hoy el mundo y la Santa Iglesia. No escapa al discernimiento de los fieles peruanos que importantes sectores eclesiásticos se han contaminado de la confusión ideológica y del terrible declive moral que caracteriza la sociedad occidental.

En lo que toca a la Iglesia, dicha contaminación remonta a los tiempos del Concilio Vaticano II (1962-1965), y es tan grave que el Papa Pablo VI llegó a afirmar que “el humo de satanás ha entrado en el templo de Dios”, llevando la Iglesia hacia su “autodemolición”.

No pocos sacerdotes y miembros de institutos religiosos posconciliares dejaron de ser modelos de perfección espiritual y se convirtieron en anti-modelos. Intoxicados del espíritu y las doctrinas del mundo, se convirtieron incluso en depravados abusadores. Solo en Chile, por ejemplo, al menos 78 sacerdotes han sido acusados de abusos sexuales de menores [1].

Esos escándalos, que afectaron incluso a institutos religiosos pos-conciliares muy ensalzados en su momento —uno de ellos surgido en el Perú— cuyos fundadores y otros dirigentes se vieron envueltos en repugnantes escándalos sexuales, sirven de botón de muestra de ese estado de cosas. Sin hablar de otro escándalo, la propagación de doctrinas abiertamente anticatólicas en centros docentes de la Iglesia, como la PUCP limeña (esto, a pesar de que cinco obispos integran su Consejo académico).

La religiosidad de nuestro pueblo es una “luz que brilla en las tinieblas” de nuestra conturbada época.

La principal preocupación de los católicos peruanos

Poco a poco, esa situación va siendo percibida con mayor nitidez por la población. Cada vez más fieles advierten que las doctrinas más perversas y el espíritu del mundo campean en muchos ambientes eclesiásticos. Y que, así como hace 50 años el apoyo de un clero infectado por el virus marxista fue decisivo para llevar el Perú a una dictadura procomunista, hoy es otro virus afín, el de doctrinas demoledoras de la familia, que ha penetrado en ambientes eclesiásticos y amenaza el futuro de nuestra sociedad.

En muchas altas instancias de la Iglesia se defiende dar la comunión a adúlteros sin previa enmienda, admitiendo implícitamente el divorcio; se bendicen uniones del mismo sexo, se aceptan homosexuales en funciones eclesiásticas, se condecora a líderes feministas-abortistas como “defensoras de la vida”, etc. Estas y muchas otras aberraciones tienden a borrar la noción de pecado y hasta la misma distinción entre el bien y el mal. Y de esa forma, implícitamente se “va negando la Redención de Nuestro Señor Jesucristo, que sin el pecado, se vuelve incomprensible y pierde toda relación lógica con la Historia y la vida” [2].

Esa confusión hace que los fieles católicos se sientan indefensos ante la propagación de la ideología de género, que es la mayor amenaza que enfrentan hoy en día la familia y la sociedad en el Perú.

La ideología de género es hoy la mayor amenaza contra la familia. Vista aérea de la manifestación de #ConMisHijosNoTeMetas el 4 de marzo de 2017 en Lima (Plaza San Martín)

En septiembre de 2015 fue entregada en la Secretaría de Estado de la Santa Sede una “Filial Súplica sobre el futuro de la familia” dirigida al Papa Francisco y suscrita por 870.451 firmantes de 178 países —incluso cerca de 20 mil peruanos—, entre los cuales 8 Cardenales, 203 arzobispos y obispos y gran número de sacerdotes. Ellos pedían al Vicario de Cristo una palabra clarificadora que disipe la desorientación reinante entre los fieles ante la admisión por parte de sectores de la Iglesia de “costumbres morales contrastantes con la ley moral y divina” y hasta “la aberrante «ideología de género»”. Lamentablemente, pese a que el Papa Francisco ha manifestado reiteradamente su deseo de una Iglesia cercana a los problemas de los fieles y del pueblo en general, abierta al diálogo y al debate franco, el pedido quedó sin respuesta.

El Papa Francisco se ha referido en algunas ocasiones a esta ideología perversa, en términos condenatorios [3]. Pero su voz tiene que hacerse oír con redoblada fuerza, pues lamentablemente esas condenaciones han pasado casi desapercibidas, por no haber encontrado el eco debido en los grandes medios de comunicación.

Hoy, la principal preocupación de los católicos peruanos es el futuro de sus familias y la protección de sus hijos. Ellos esperan una palabra firme y clara en defensa de la institución familiar amenazada. Parafraseando al centurión romano (cf. Mateo. 8, 5), ellos ruegan al Santo Padre: “basta que digas una sola palabra, y el peligro será apartado” .

Los tres días de presencia papal en el Perú serán una oportunidad única, tal vez irrepetible, para pronunciar esa palabra salvadora.







[2Plinio CORRÊA DE OLIVEIRA, Revolución y Contra-Revolución, parte I, Cap. XI, 1.





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