REALIDAD QUE ESTREMECE

Caperucita Roja y el cuento de la “homofobia”

Enfermo terminal de SIDA

Una insistente e irracional propaganda pretende dar status de “matrimonio” a las uniones homosexuales. Para ello esparce el mito romántico acerca de que las parejas del mismo sexo serían “monogámicas”, estables, perfectas y amorosas.

Pero por poco que se investigue el asunto, asoma una trágica realidad de violencia, fraude y traumas psicofísicos, que derriba esos mitos. Veamos algunos ejemplos:

En Holanda, una unión homosexual dura en promedio 12 a 18 meses. Pero paralelamente, cada homosexual “casado” tiene en promedio otros ocho cómplices sexuales por año. En todas partes esa promiscuidad extrema es el sello del llamado “estilo de vida” homosexual: una investigación realizada en los Estados Unidos reveló que cada homosexual enfermo de SIDA había tenido “un promedio de 1100 parejas durante su vida, y algunos habían tenido muchas más” [1].

Esa promiscuidad genera enfermedades de transmisión sexual, en proporción mucho mayor que en en el resto de la sociedad: cien veces más para el caso de la sífilis, enfermedad que viene disminuyendo en la población en general [2], pero no cesa de aumentar entre los homosexuales [3].

El 60% de los contagios de SIDA se da por contacto de hombre con hombre, y un 7% adicional se da entre homosexuales que se inyectan drogas. Un informe del “International Journal of STD & AIDS” de febrero de 2007, revela que la probabilidad de adquirir cáncer rectal en un varón homosexual es 90 veces mayor que un varón heterosexual. Esto se debe, subraya el Dr. James W. Holsinger Jr., autor del estudio “La patofisiología de la homosexualidad masculina”, a que los actos homosexuales vulneran la “estructura naturalmente complementaria de los órganos reproductores masculino y femenino” , ocasionando un elenco “diversificado y expandido de enfermedades sexualmente transmisibles y traumas asociados” [4].

Además de las ETS, otras enfermedades acechan a los homosexuales. Por ejemplo el promedio de lesbianas que sufren de obesidad —con su secuela de enfermedades derivadas— es más de dos veces superior (2.47) al de las demás mujeres.

La droga también devasta a los sodomitas. En los Estados Unidos 80% de ellos consumen marihuana, el 60% cocaína, 30% anfetaminas, y 20% LSD. En Canadá, estudios muestran que 76,3 de homosexuales varones ingieren regularmente alcohol, y el 45,6% consume drogas. Para las mujeres el cuadro es peor: 83% de lesbianas toman alcohol regularmente y 47% se drogan.

Con eso, la expectativa de vida de un homosexual varón o mujer se acorta unos 25 años comparada al resto de la población (¡30%!). Mientras que los hombres heterosexuales casados fallecen en promedio a los 74 años en Dinamarca y a los 77 en Noruega, en los homosexuales ese promedio baja a 51 y 52 años respectivamente. Y en las lesbianas baja de 78 a 56 años. Las estadísticas para Canadá son idénticas.

En materia de intentos de suicidio registrados en Estados Unidos, el 62,5% corresponde a varones homosexuales o bisexuales. El riesgo de suicidio en ese sector es 14 veces mayor que en el resto de la sociedad. Y se extiende a los niños adoptados por “parejas” del mismo sexo, que presentan “mayores niveles de stress” y sufren “traumas y desórdenes de conducta... al tratar de ocultar a sus amigos y conocidos la homosexualidad de sus padres”, y pueden quedar sujetos a “tendencias y tentativas suicidas”, según la investigación dirigida por el Dr. George A. Reckers, profesor de Neuropsiquiatría y Ciencias de Conducta de la Universidad de Carolina del Sur [5].

Podríamos mencionar datos de violencia doméstica, también mucho mayores en parejas de homosexuales o lesbianas. No pocas veces terminan en asesinatos horrendos.

Como se ve, es inherente al mundo del homosexualismo un aspecto degradante y aterrador, que la publicidad esconde. Siendo así, ¿quién podrá calificar de “homofobia” el deseo de evitar la propagación de estos males a la sociedad? La fobia es una enfermedad mental muy rara, una obsesión patológica ante un mal puramente imaginario (claustrofobia, por ejemplo). ¿Será que la inmensa mayoría de peruanos que a justo título reprobamos el pecado homosexual, somos enfermos mentales, y los que practican ese pecado son los únicos mentalmente sanos?

En verdad, leyendas infantiles como Caperucita Roja, o Aladino y la lámpara maravillosa, están menos distantes del mundo real que el cuento de la “homofobia”...







[1Robert T. Michael et al., Sex in America: A Definitive Survey, Boston: Little, Brown and Co., 1994, p. 209.

[2A Community Manifesto: A New Response to HIV and STDs, www.metrokc.gov/health/apu/taskforce/manifesto.htm. Destaque del original

[4Bush’s Choice for Surgeon Gen. Said Homosexual Practices “Unnatural and Unhealthy”, Life Site News, 8-6-2007.





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