LA OFENSIVA DEL “SEXTREMISMO” NEO-TERRORISTA

Recrudece el odio anticatólico

Antes imperceptibles, ahora patentes, en varios países de Europa y América se intensifican las manifestaciones de una hostilidad cada vez más agresiva hacia la Iglesia Católica, encabezada por extremistas del feminismo y de las llamadas “minorías sexuales”. Ese odio antirreligioso, que ya está pasando de las palabras a los hechos, se autodefine como “terrorismo pacífico” y se ensaña hasta extremos inimaginables contra los símbolos más sagrados del cristianismo.

Los ejemplos que siguen, todos recientes, hablan por sí solos:

● La Catedral de Notre-Dame de París fue gravemente profanada a comienzos de año por agitadoras feministas de la agrupación FEMEN, caracterizada por sus agresiones a representantes de la religión y de los valores familiares. El día 12 de febrero, ocho de esas mujeres penetraron en el famoso templo, joya de la Cristiandad, para allí festejar ruidosamente la abdicación del Papa Benedicto XVI. Se apostaron junto a las recién llegadas campanas nuevas, que se exhibían en la nave central y, con el torso descubierto, mientras golpeaban con furor las campanas con trozos de madera, gritaban frenéticamente: “Papa nunca más” ; “acaben con la homofobia”; “en los homosexuales está la verdad”,etc., hasta que fueron desalojadas y detenidas.

Según su cabecilla en Francia, el FEMEN se propone formar “soldados” para un “Nuevo Feminismo”, que ellas llaman “sextremismo” [por extremismo sexual] y consideran una forma de “terrorismo pacífico” (sic) [1].

● El pasado 25 de julio, fiesta de Santiago Apóstol, se celebraba en Santiago de Chile la tradicional Misa solemne en honor del santo patrono de la ciudad, oficiada por el Arzobispo y asistida por la alcaldesa y gran cantidad de público. Súbitamente, cerca de 300 abortistas y miembros de grupos LGBT de ambos sexos, entre los cuales mujeres con el torso descubierto, irrumpieron en el templo dando alaridos y, “en plena Misa, destrozaron confesionarios, hicieron pintadas en altares e imágenes, lanzaron basura y profirieron gritos blasfemos”, durante más de 20 minutos, e incluso agredieron a varios fieles, hasta ser finalmente repelidos.


La conmoción e indignación por ese sacrilegio fueron unánimes. El arzobispo Mons. Ricardo Ezzati, tras señalar que “la intolerancia de los fanáticos y su violenta irracionalidad ha sido una grave ofensa a Dios y a toda la comunidad”, decretó el cierre del histórico templo por seis días y dispuso una serie de actos de desagravio [2].

Uno de los abortistas profanadores, bajo el sugestivo título Yo aborto la Iglesia escribió que el móvil de la invasión había sido vengarse de la Iglesia “castigadora y abusiva” por oponerse al aborto, para hacerla “beber de su propia maldita medicina” [3]. ¡Son ésos los que reclaman “tolerancia” y “pluralismo”!...

● Apenas dos días después, el 27 de julio, en plena visita del Papa Francisco a Río de Janeiro, se realizó en dicha ciudad una “Marcha de las Vagabundas” que congregó a unas mil extremistas feministas, elementos de grupos LGBT, prostitutas, las infaltables abortistas “Católicas por el Derecho de Decidir” y otros marginales de ambos sexos, también con el propósito de agraviar a la Iglesia.

La “Folha de S. Paulo” informó que los manifestantes se instalaron en las gradas de la estructura donde más tarde hablaría el Papa, en Copacabana, para desde allí hacer sus “provocaciones a la Iglesia Católica”, incluyendo “mujeres semidesnudas usando imágenes de la Virgen como objetos fálicos, distribución harta de preservativos, mujeres besando mujeres y pancartas donde el rosario forma un órgano sexual masculino” [4].

A su vez “O Globo” detalla que unos participantes de esa “Marcha”, totalmente desnudos y “cubriendo los órganos sexuales con símbolos religiosos, como un cuadro con la pintura de Jesucristo” , arrojaron violentamente al suelo, destrozándolas, dos imágenes de Nuestra Señora Aparecida y de la Virgen de Fátima, pisotearon cruces, y “uno de los manifestantes llegó a poner un preservativo en la cabeza de [la imagen de] Nuestra Señora” [5].

¿Cómo no calificar ese odio de satánico? Como vemos, para esos depravados la “tolerancia” que invocan tiene mano y no tiene contramano...

● En Colombia, a comienzos de agosto estaba programado realizar en recintos de la Pontificia Universidad Javieriana de Bogotá, regida por los Padres Jesuitas, el llamado “Ciclo Rosa Académico”. Según J. F. Serrano, uno de sus organizadores, el propósito de ese evento anual es “la promoción de los derechos de las personas LGBTI” [6]. Este año tuvo como invitada especial a la activista feminista y lesbiana norteamericana Barbara Hammer, y recibió el desconcertante placet del Rector, Padre Joaquín E. Sánchez García SJ, además del apoyo de otros dos indignos sacerdotes jesuitas, los PP. Alberto Múnera y Carlos Novoa, tristemente conocidos por su relativismo favorable al aborto y a los lobbies GLBT.

Gracias a una rápida y decidida reacción de los fieles, encabezados por la plataforma seglar Voto Católico, en pocos días se recogieron miles de firmas para solicitar la cancelación de tal “Ciclo”. En ese contexto el Arzobispo de Bogotá, cardenal Rubén Salazar, y el Nuncio Apostólico Mons. Ettore Balestrero, solicitaron al Rector que el afrentoso evento no se realizase en la Universidad, y finalmente fue transferido a otro local.

Fue entonces que los grupos GLBT sacaron a relucir lo que entienden por “tolerancia”. Bajo el lema “la única iglesia que ilumina es la que arde” , convocaron para el viernes 16 de agosto un acto de protesta frente a la Universidad, que incluía hacer una “gran hoguera hereje” ,y anunciaba: “seremos ahora las brujas, las mariconas, escatofílicas (sic), machorras, [### (irreproducible)], deslenguadas… las que echemos al fuego todo símbolo religioso”. La convocación pedía a los asistentes “llevar su rosario, crucifijo, estampita, etc.” para ser quemados en ese festín de odio anticatólico [7].

Organizan por Facebook un festín de odio anticatólico...

Sin embargo, el temor de una fuerte reacción contraria en la opinión pública, sumado a la presencia de un valiente grupo de jóvenes católicos que se dio cita frente a la Universidad para rezar a la misma hora un rosario en desagravio, frustró ese designio incendiario. Todo quedó en una mera manifestación, por cierto plagada de blasfemias e insultos a la Iglesia.

...pero un valiente grupo de jóvenes los esperaba allí para evitarlo.

Pero la intención de llegar hasta extremos de violencia antirreligiosa quedó al descubierto. Sumadas a otros hechos similares ocurridos últimamente en varios países —por ejemplo en España o Argentina—, estas agresiones caracterizan una ofensiva de odio a la Fe católica, inédita en tiempos recientes, sobre todo en América.

¿Y nosotros, católicos? ¿Tomaremos por fin conciencia de que estos son hechos pioneros, que presagian una gran acometida contra la Iglesia? ¿Que con profanaciones similares, al principio esporádicas, comenzó por ejemplo en España el proceso que desembocó en la sangrienta persecución anticatólica, previa a la Guerra Civil de 1936-39? ¿Nuestro amor a Dios y a su Iglesia nos llevará a prevenir a tiempo una acometida similar, mediante una denuncia y una resistencia proporcionadas? ¿O seguiremos llevando tibia y cómodamente una vida de piedad banal, mediocre y sin horizontes, ciegamente ajenos a la tormenta que se avecina?











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