SÍNODO PANAMAZÓNICO 2019

Los 20 mil feligreses que no fueron oí­dos por el Sí­nodo

La reciente Asamblea Especial del Sí­nodo de los Obispos para la Región Amazónica fue fruto de un proceso de escucha... que no escuchó a todos.

No fueron oí­dos los llamamientos de eminentes prelados, preocupados por la extraña orientación de su documento preparatorio (Instrumentum laboris). No fueron atendidos los obispos sinodales que expresaron posturas según la tradición de la Santa Iglesia, o, a lo más, éstos consiguieron que se coloque alguna frase aislada en el Documento Final, casi desapercibida en medio de una incesante repetición de ideas que fácilmente se interpretan en sentido contrario.

Hubo además una petición suscrita por 20 mil fieles de la región amazónica que tampoco fue tenida en cuenta. En efecto, el 4 de octubre, en ví­speras de la apertura de la Asamblea, representantes del Instituto Plinio Corrêa de Oliveira (IPCO) presentaron a la Secretarí­a del Sí­nodo un Pedido a los Padres sinodales: Por una Amazoní­a cristiana y próspera (no una gran ”favela verde” dividida en guetos tribales).

El documento contení­a firmas de más de 20,000 pobladores de regiones brasileñas, ecuatorianas y peruanas con preponderancia indí­gena, recogidas en las calles por jóvenes voluntarios, entre ellos algunos cooperadores de Tradición y Acción por un Perú mayor (ver VIDEO de la campaña en territorio peruano: https://www.youtube.com/watch?v=Dh-SdqXEmvI).

Sin embargo, el Documento Final de la Asamblea Sinodal simplemente ignoró el respetuoso mensaje de los feligreses, prefiriendo satisfacer las demandas de quienes promueven una psicosis ambientalista y una transformación revolucionaria de la Iglesia.

La epopeya evangelizadora y colonizadora es objeto de crí­ticas

S. Francisco Solano recorrió América bajo el mandato de Jesús: enseñando la doctrina cristiana y bautizando. Para los misioneros "progresistas", esto es un atropello a las culturas ancestrales.

Los firmantes del Pedido empezaban agradeciendo a Dios “por la evangelización llevada a cabo por los misioneros y por la acción civilizadora de los colonizadores que trajeron los beneficios del progreso” (punto 1).

Por su parte, el Documento Final del Sí­nodo, si bien reconoce que “la evangelización en América Latina fue un don de la Providencia” , que muchos misioneros “entregaron su vida para transmitir el Evangelio” y que “el sentido misional ... inspiró ... una legislación como las Leyes de Indias, que protegí­an la dignidad de los indí­genas contra los atropellos” , también denuncia la “colonización militar, polí­tica y cultural” motivada por la “la avaricia y la ambición de los colonizadores” (Documento Final n. 15); da a entender que “el influjo de la civilización occidental” es negativo para los pueblos amazónicos (DF n. 14) y declara que “frecuentemente el anuncio de Cristo se realizó en connivencia con los poderes que explotaban los recursos y oprimí­an a las poblaciones” (DF n. 15). Ello es contrario a la verdad histórica y una injuria a los heroicos misioneros que realizaron una de los mayores epopeyas misioneras desde la fundación de la Santa Iglesia.

Diálogo e “inculturación” por encima de la conversión

Mons. Alejandro Labaka OFM Cap, obispo en Ecuador, fue el primer caso mediático de un misionero que se inculturó y no bautizó indios. Murió en 1987, víctima del cruel salvajismo de una tribu en aislamiento voluntario.

Además, los Padres sinodales prácticamente han renunciado a la conversión de los nativos aún paganos, declarando que “el diálogo ecuménico, interreligioso e intercultural debe ser asumido como camino irrenunciable de la evangelización” (DF n. 24) y que la Iglesia debe pasar por una “conversión cultural” .

Tal “conversión” parece limitar a los misioneros a “estar presentes, respetar y reconocer sus valores [indí­genas], vivir y practicar la inculturación y la interculturalidad” (DF n. 41).

Los Padres sinodales son categóricos al declarar este abandono de la misión tradicional: “Rechazamos una evangelización de estilo colonialista. Anunciar la Buena Nueva de Jesús implica reconocer los gérmenes del Verbo ya presentes en las culturas. La evangelización que hoy proponemos para la Amazoní­a, es el anuncio inculturado que genera procesos de interculturalidad” (DF n. 55).

Incomprensible acto en los jardines del Vaticano: Personas se postran en torno a una manta con objetos indígenas, entre ellos dos "pachamamas" y un pequeño ídolo obsceno

¿Debe condenarse a la Amazoní­a a nunca progresar?

En lugar de escuchar el “grito de angustia ante el peligro de que el territorio amazónico se convierta en un ’suburbio verde’” privado de progreso (Pedido, punto 5), los Padres sinodales parecen condenarlo a ello. Esto se percibe en la forma como abordan, indebidamente, temas cientí­ficos controvertidos, para los cuales no tienen mandato divino ni competencia técnica (¿no está de moda en la Iglesia hablar de los males del “clericalismo” ?).

Así­, declaran que la deforestación “se acerca a casi al 17% del bosque amazónico total” , y “amenaza la supervivencia de todo el ecosistema” (DF n. 11); que “la región amazónica es esencial para la distribución de las lluvias en las regiones de América del Sur” (DF n. 6); y urgen a la adopción de “polí­ticas energéticas que logren reducir drásticamente la emisión de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases relacionados con el cambio climático” (DF n. 77).

Cardenal Pedro Barreto SJ, arzobispo de Huancayo, una de las figuras más importantes del Sínodo Panamazónico.

Continuando sus afirmaciones sobre temas técnicos discutibles, el Documento Final describe una “dramática situación de destrucción que afecta a la Amazoní­a” , cuya selva estarí­a en “en una carrera desenfrenada a la muerte” , lo que acarrearí­a “la desaparición del territorio y de sus habitantes, especialmente los pueblos indí­genas” (DF n. 2). Esto resultarí­a de la “apropiación y privatización de bienes de la naturaleza” y lo que ellos llaman “mega-proyectos no sostenibles” , es decir, “hidroeléctricas, concesiones forestales, talas masivas, monocultivos, carreteras, hidroví­as, ferrocarriles y proyectos mineros y petroleros” (DF n. 10), resultantes del actual “modelo económico de desarrollo depredador y ecocida” (DF n. 46) y del “extractivismo predatorio que responde a la lógica de la avaricia, propia del paradigma tecnocrático dominante” (DF n. 67).

Si bien dentro del Documento hay algunas frases que matizan este pensamiento, pasan inadvertidas en medio de una avalancha de afirmaciones que, más bien, mueven a pensar que constituye pecado buscar el progreso material de la Amazoní­a.

Adicionalmente, para los Padres sinodales, una “conversión ecológica individual y comunitaria que salvaguarde una ecologí­a integral” (DF n. 73), supone “una vida simple y sobria” (DF n. 17) y “cambiando nuestros hábitos alimenticios (exceso de consumo de carne y peces/mariscos) con estilos de vida más sobrios” (DF n. 84).

Promoción de las corrientes hermanas de la “teologí­a de la liberación”

Aquí­ y allá en el Documento Final se entrevé la doctrina de la izquierda católica, de que el verdadero pecado original serí­a la apropiación de bienes. “Pecado” del cual los indios supuestamente estarí­an libres, viviendo un socialismo paradisí­aco.

Mons. Pedro Casaldáliga, obispo durante 35 años en la Amazonía Legal brasileña, criticó las misiones tradicionales y maldijo "todas las cercas", "todas las propiedades privadas que nos privan de vivir y amar".

Tal creencia es una mera adaptación del mito marxista sobre la propiedad como medio de alienación. Contrariamente, la doctrina católica tradicional nos enseña que la propiedad privada es deseada por Dios, quien nos manda que no robemos ”¡y ni siquiera codiciemos!” los bienes ajenos.

Tal creencia es una mera adaptación del mito marxista sobre la propiedad como medio de alienación. Contrariamente, la doctrina católica tradicional nos enseña que la propiedad privada es deseada por Dios, quien nos manda que no robemos ”¡y ni siquiera codiciemos!” los bienes ajenos.

De hecho, los Padres sinodales, en lugar de “repudiar la utopí­a comuno-tribalista” de la Teologí­a de la Liberación (Pedido, punto 3), toman derivados de dicha “teologí­a” y práctimente los canonizan. Así­, declaran que “la teologí­a india, la teologí­a de rostro amazónico y la piedad popular ya son riqueza del mundo indí­gena, de su cultura y espiritualidad” (DF n. 54) y que “la eco teologí­a, la teologí­a de la creación, las teologí­as indias, la espiritualidad ecológica” deberí­an incluirse en el currí­culo académico de formación de un sacerdocio amazónico (DF n. 108).

Respeto admirativo por el paganismo

El mencionado Pedido, en su punto 2, proclama su enérgico repudio a “las ideologí­as neopaganas” que difunden “un concepto distorsionado de respeto por la naturaleza” , pues contrarí­an el mandato que Dios le dio al hombre de ejercer dominio sobre la tierra y las criaturas.

Se trata de ideas esparcidas por las corrientes ecologistas, que consideran al ser humano como un ser más, igual en dignidad a cualquier animal o planta, supeditado al interés de los demás. Algunas, propiamente paganas, afirman que la naturaleza o la tierra son seres divinos, por tanto superiores. Los más directamente gnósticos, como los que siguen la corriente genéricamente conocida como “Nueva Era” (“New Age” ) creen que todo ser tiene algo de divino, que se puede conocer y conectar con los demás y con el cosmos.

Supuestamente, la sabidurí­a ancestral de los indios entenderí­a todo aquello, considerando sagrado el medioambiente. Ellos habrí­an desarrollado ritos de veneración a tales fuerzas espirituales/naturales que a la vez les permitirí­an comunicarse con ellas.

El Sínodo afirma que hay sabiduría en las creencias y rituales indígenas. En la foto, chamanes peruanos de diversas culturas practican ritos para la clasificación al Mundial de Fútbol Rusia 2017.

¿Cómo no ver influencia de estas ideas en el Sí­nodo, cuando leemos que el Documento Final establece la necesidad de preservar “espacios sagrados, fuente de vida y sabidurí­a” (DF n. 80) y asevera que la vida de las comunidades amazónicas “se refleja en la creencia y los ritos sobre el actuar de los espí­ritus de la divinidad, llamados de innumerables maneras, con y en el territorio, con y en relación con la naturaleza” (DF n. 14)?

¿Cómo no vincular tales supersticiones con la afirmación sinodal de que el “buen vivir” de los pueblos indí­genas se caracteriza por “la conectividad y armoní­a de relaciones entre el agua, el territorio y la naturaleza, la vida comunitaria y la cultura, Dios y las diversas fuerzas espirituales” , pues “hay una intercomunicación entre todo el cosmos, donde no hay excluyentes ni excluidos” (DF n. 19)?

La Pachamama pareció ser objeto de más devoción que Marí­a Santí­sima

Lamentamos que, en lugar de pedir a la Santí­sima Virgen preservar la unidad y vocación católicas de cada paí­s amazónico (Pedido, punto 8), los Padres sinodales parezcan haber sido más sensibles a los efluvios supuestamente sobrenaturales de la Mamapacha, representada en esculturas que estuvieron en el aula sinodal y en las ceremonias de los jardines del Vaticano y la Iglesia de Santa Marí­a en Traspontina. Actos estos que no vemos cómo evitar calificar de paganos. El Sí­nodo simplemente soslayó el profundo shock que este hecho sin precedentes causó a los fieles de todo el mundo.

¿Rechazará el Papa estos y otros errores del Sí­nodo?

Mons. Erwin Kräutler, designado por el Papa miembro del Consejo Presinodal, propugnó la ordenación sacerdotal de hombres casados y el diaconado femenino, y se manifestó en pro del sacerdocio femenino.

Además de los delicados puntos tratados, hay otros más propiamente eclesiológicos que han sido objetados por importantes obispos y cardenales: conceder amplios ministerios oficiales y rotativos a laicos de ambos sexos; abrir a las mujeres los ministerios diaconales; y autorizar la ordenación sacerdotal de lí­deres comunitarios casados. Todos ellos han sido aprobados por el Documento Final.

Los planteamientos del Sí­nodo se tornarán oficiales en la medida en que el Papa los admita, en su futura exhortación apostólica al respecto. Pidamos al Espí­ritu Santo por intermedio de su Divina Esposa, que inspire a S. S. Francisco a rechazar los errores del Documento Final, aclare sus ambigüedades, y ponga barreras a las aventuras peligrosas del relativismo en la Iglesia. Y más bien la conduzca a un nuevo florecimiento misional que continúe y perfeccione su gloriosa tradición, rumbo al triunfo del Inmaculado Corazón de Marí­a.











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