En medio de la confusión religiosa reinante, campean hoy en medios eclesiásticos las teorías y propuestas más absurdas y chocantes, no pocas veces impulsadas desde muy altas esferas. Una muestra es la enigmática pretensión de “rehabilitar” al heresiarca Martin Lutero, asociándose a las conmemoraciones protestantes por la rebelión contra el Papado que aquel fraile apóstata y blasfemo desencadenó hace 500 años. En dos concluyentes artículos, publicados en 1983 y plenamente actuales, Plinio Corrêa de Oliveira demuestra con hechos a la mano la imposibilidad de tal rehabilitación.
Reconstrucción del rostro de Martín Lutero en base a su máscara mortuoria.
No comprendo cómo hombres de Iglesia contemporáneos, incluso de los más cultos, doctos o ilustres, mitifiquen la figura de Lutero, el heresiarca, en el empeño de favorecer una aproximación ecuménica, de inmediato con el protestantismo, e indirectamente con todas las religiones, escuelas filosóficas, etc. ¿No disciernen ellos el peligro que a todos nos acecha al fin de este camino, o sea, la formación, en escala mundial, de un siniestro supermercado de religiones, filosofías y sistemas de todo orden, en que la verdad y el error se presentarán fraccionados, mezclados y puestos en alboroto? Ausente del mundo sólo estaría ”si hasta allá se pudiese llegar” la verdad total; esto es, la fe católica apostólica romana, sin mancha ni defecto.